septiembre 23, 2008

GUATEMALA

Guatemala fue necesariamente el primer destino, puesto que por la ruta que seguirìamos descartamos desde un inicio pasar por Belice.

Es un país bellísimo, verde como lo es Chiapas y todo Centroamérica, y con una admirable diversidad indígena, que por tradición e impulso del gobierno ha seguido conservando su cultura. Se escucha a la gente hablar quiché por las calles, y se les ve con su traje típico aún en el centro de la capital.

Llevábamos un par de días en Tapachula arreglando los últimos detalles antes de cruzar la frontera que finalmente marcaría la primera paloma a nuestra lista de quince países por visitar, mismos que habíamos dormido estacionados fuera de un negocio de paquetería por estar junto a la central de autobuses -léase: baño público-. Puesto que nuestro sentido de higiene y nuestro olfato nos urgía a darnos un baño, nos cayó perfecto pasar por AGUAS AMARGAS, un lugar perdido en las montañas con clima fresco, húmedo, lluvioso y neblinoso, donde nadamos y nos bañamos en aguas termales. Fue un descanso glorioso.

Siguió nuestra visita a QUETZALTENANGO, un lindo pueblo donde paseamos por la plaza principal -misma que se va a repetir en todos los países que hemos visitado hasta el momento con sus mismas características: plaza central, catedral y palacio de gobierno al centro de la ciudad-.

El día siguiente fue espléndido. Por la mañana pasamos a PANAJACHEL, un pueblo atestado de turistas y servicios para éstos que se encuentra en la orilla del lago de Atitlán. Un sitio bellísimo, donde hasta el más amateur de los fotógrafos puede obtener resultados extraordinarios tan sólo con dirigir su cámara al lago rodeado de montañas y volcanes. Comer en una terraza con aquella vista era un lujo que no nos podíamos perder.

Pasamos por ANTIGUA, una ciudad de cuento de hadas. Calles perfectamente reticulares, adoquinadas, sin postes ni cables de elec
tricidad, limpias, como remate visual las montañas o el volcán, y una arquitectura colonial uniformada en sus edificios, todos ellos con una techumbre de teja de barro. Un ambiente tranquilo, bohemio, que inspira a pasar días y días tan sólo sentado en una banca de la plaza principal viendo a la gente pasar.

Por último CIUDAD DE GUATEMALA, mucho más grande y moderna que el resto del país. Conocimos el edificio de la Embajada de México, del arquitecto mexicano Teodoro González de León, obviamente por iniciativa mía. Esa noche nos hospedó Mariale, uan amiga mía de la carrera que nos ofreció amablemente de cenar, internet y ducha . Gracias Mariale!

Guatemala era uno de los sitos más ansiados para mí, y llenó mis expectativas. Lástima del corto tiempo que pasamos ahí, pero indudablemente uno de los sitios que más tiene para ofrecer.

No hay comentarios: