---jrj--- el encuentro

Decimoctavo día del mes de julio, año dos mil ocho. El día destinado para el segundo encuentro de tres intrépidos amigos afines a un viaje cuya ruta aún permanece en buena parte incierta; aunque bien dicen, que el inicio es más de la mitad de la cuestión.

Los tripulantes: de Morelia, Joaquín Verduzco, Médico recién egresado apetitoso de aventura; de Querétaro, Rodrigo de La Isla, Arquitecto igualmente de recién egreso que abandonó su empleo a cambio de este anhelado viaje, y; de Toluca, Jaime Serrano, estudiante de Medicina que difirió la inscripción a su internado con el objetivo de unirse a los dos anteriores.

El espacio: San Mateo Atenco, municipio del Estado de México que ha contemplado el vivir de James.

El objetivo: emprender la planeación de dos meses y medio en que dibujarán un trecho a través del centro y sur del continente Americano utilizando neumáticos como crayón y, cuya realidad hasta ahora, no es más que el esbozo de lo que se aproxima vivir.

El instrumento: una brújula cuya aguja se aferra a apuntar hacia el punto exactamente opuesto al Norte.

Sábado 20 de julio. Un día dedicado esencialmente a conocer las extáticas maravillas de Toluca que permanecían desconocidas para ellos, irónicamente incluso para James. Ya por la tarde, ávidos de aterrizar lo que hasta ahora permanecía a flote, por fin se esmeran en capturar cualquier pensamiento, idea o tontera que pudiera ser útil en la aventura de sus vidas.

Aprovechando el material producto de la bien conocida capacidad organizativa de Joac, inician a tratar una serie de puntos que él ordenó en un itinerario.

El primer punto, trazar la ruta en base a pistas que llegan de la nada con la fuerza del destino; convirtiendo cada punto de llegada en uno de partida que se alimenta por el hambre de continuar descubriendo los apasionantes misterios de América.

El segundo punto, la búsqueda de “la cuarta intrépida”, sin duda una de las señales más místicas de que alguna fuerza extraña manipula las circunstancias a su favor. Después de googlear y naufragar la red en busca de la opción perfecta, Rod clickea el link que mostraría cabalmente en la pantalla el orden de pixeles para revelarnos una combi treintona al estilo duotono blanco y naranja, con las adaptaciones más adecuadas para la finalidad deseada y, afortunadamente, un precio totalmente accesible. En cuestión de nada, James siente esa rara sensación de realizar la llamada. Motivado por esa intuición esotérica que en otros momentos nos lleva a decisiones inconscientes, oprime los dígitos anteponiendo clave de Cuautla, Morelos. Quien atiende la llamada es Willi, un alemán bien experimentado en viajes que sabía lo justo para disfrutar con bajo presupuesto. De inmediato, James externa su corazonada, le había convencido la opción; habría que ir para terminar por enamorarse de ella. Sin embargo, la hora no favorece el encuentro y habrá que esperar al siguiente día.

Julio, día 21. Con pocas horas de sueño trepan el auto y se dirigen vertiginosamente a casa de Willi. La emoción se ve amenazada con media hora de retraso, el sentimiento se vuelve de ansiedad por llegar. Al llegar, son recibidos en un ambiente amistoso que los hace sentir muy a gusto. Willi y Tere, su esposa, exponen con un plus de amabilidad y sinceridad, que no hacía falta ser observador para percatarse de lo adorada y consentida que era la combi. Después de una magnánima presentación de los pros y contras, bastó con mirarse entre ellos para saber que estaban totalmente encantados, fue como amor a primera vista. Tomando en cuenta las advertencias que Willi les hizo de los numerosos y asiduos postores, no dejaron pasar la oportunidad y dieron el anticipo que les daría ventaja sobre los demás. Por si fuera poco, permanecieron intercambiando experiencias y entablando amistad con Willi y Tere, de ahí dedujeron que más allá de haber sido un negocio, se volvió una señal más de que la causalidad les auguraba buenos momentos y lo demostraba al regalarles a los primeros amigos que brindará el destinoSUR.

Camino de vuelta a casa, discutieron sobre el afectivo que brindarían a su inseparable acompañante. Después de varios nombres vagos, producto de la espontaneidad, nace “JRJ”, mejor conocida como la “jota, re jota”. Al instante provocó carcajadas en los tres, hecho que se consolidó como un ritual de bautizo. El pseudónimo en realidad provino de las siglas: Joaquín, Rodrigo y James. Ello significaría que la camioneta llevaría, en sentido lírico y literario, parte de los tres tripulantes.

Por algún motivo este encuentro marcó el eje sobre el cual se pactaría un compromiso de los cuatro. Si bien el episodio de sus vidas se escribió desde el encuentro de Joac, Rod y James, ese momento se podría declarar como el inicio real de su historia juntos. Joac y Rod firmaron simbólicamente con un rasurado de cabeza, James se abstuvo por vanidoso, sin embargo, el sentimiento de hermandad iba esclareciendose más aún.

Así fue, un paso importante de una larga caminata.