VIVIR EN LA GUARE

Cuando pensé este viaje, hace ya mucho tiempo, siempre lo visualicé en una combi. Un poco por aquella romántica idea de que ese modelo fue icono para la generación que nos antecedió, cuando cabello largo y barba descuidada era el más común grito de rebeldía al que los jóvenes recurrían para hacer saber a sus padres y sociedad en general su insatisfacción la forma en que se manejaba el mundo. O en todo caso, su insatisfacción, aunque no supieran hacia qué. El punto es que tanto como el "paz y amor", los hippies y el LSD, las combis hicieron historia y se les ubica en ese momento.

Pero había otras razones de peso: Una combi es ideal porque uno no sólo viaja en ella, sino vive en ella; es económica; es fácilmente reparable en cualquier tallercito; no es un auto de lujo que llame la atención o atraiga 'robacoches'.

Al final el destino y nuestras ganas de encontrar el vehículo perfecto nos llevaron a encontrar a la Guare en Mercado Libre. Nos enamoramos de ella de inmediato, dejamos la mitad del dinero que pedía Willy -su antiguo dueño- por ella, e hicimos una transferencia electrónica por el resto de los veintiocho mil pesos un par de días después.

La Guare tenía, sin embargo, varios detalles por corregir -el más importante de ellos: una cama insuficiente para tres personas-. Entonces fue sometida a al Guare's Xtreme Makover:

1. Se adaptó una cama extra en el asiento del copiloto.
2. Se rigidizó y dejó fija la mesa tras el asiento del copiloto.
3. Se instaló una cajonera bajo esta mesa.
4. Se le pusieron un par de portavasos en el tablero delantero.
5. Se le adaptó el mecanismo para piloto automático -o cruise control-.

Quedó, pues, lista para ser habitada en moviento y estática, lista para ser vivida, lista para ser el cuarto integrante de nuestro viaje. Jamás nos referimos a ella como la combi, o la camioneta. No. Es la Guare, con mayúscula.

Mucha disciplina se requiere. Hemos destinado un sitio específico a cada artículo que tenemos, y es imprescindible devolverlo allí una vez que se termina de utilizar. La escobita ha barrido su suelo cada día y una jerga detiene el lodo de los zapatos que recién suben del piso exterior mojado por la lluvia. Todas las noches es necesario buscar un sitio seguro y viable para estacionarla, armar ambas camas y vestirlas con sábanas para dormir, que serán retiradas nuevamente al día siguiente después de brindarnos un pacífico descanso. Se revisa, por menos, aceite y llantas cada mañana. En resumen, tenemos una relación simbiótica: nosotros cuidamos de ella como ella lo hace por nosotros.

Y es que vivir en la Guare no es una situación, es un estilo de vida. He cambiado en esta ocasión mi backpack por un vehículo, prótesis que me auxilia en la satisfacción de mi sed de viajar, de conocer, de experimentar, de vivir. La Guare nos mueve, nos cobija y nos alimenta.

Es una decisión vivir así, una decisión que responde a necesidades muy personales de cada uno de nosotros, que han encontrado un común denominador en un momento específico. Que la Guare nos guarde, y que cada uno sepa encontrar en esta experiencia lo que personalmente vino a aprender y buscar.